lunes, 24 de febrero de 2020

Cambio climático y becadas ¿Qué podemos esperar en los próximos años?

Muy buenas, becaderos viajeros. Estamos a finales de febrero y la temporada de caza de la becada echa el cierre, también en aquellas regiones que prolongan la campaña más allá del mes de enero. 

También avanzan las fechas de este NOinvierno, que apenas ha dado señales de vida y ya lo estamos despidiendo. Temperaturas anormalmente cálidas y ausencia de nevadas han caracterizado este inicio de año, con el anticiclón centrado en las Azores que ha obligado a las borrascas a dirigirse más al norte y ha empujado vientos templados del sur al continente europeo. 

En grandes áreas de Europa el invierno apenas se ha hecho sentir


En grandes áreas del territorio de cría de la becada apenas ha asomado el frío o la nieve. Estas condiciones podrían considerarse pésimas para la llegada de becadas a nuestras latitudes, pero en general y a pesar del tiempo tan clemente hemos gozado de unas densidades de becadas en la media y en algunas comarcas la temporada ha sido francamente buena. Al norte de los Pirineos las noticias que me llegan es de una temporada muy buena, con densidades de becadas altas en amplias zonas de Francia. Como viene siendo habitual desde hace unos años, la ausencia de frío también favorece que las aves se acantonen en los departamentos más norteños. 

En principio estos tibios inviernos deberían influir en la llegada de becadas a España. Entonces ¿Por qué no está siendo así? 

La migración de las aves es la serie de movimientos que realizan en respuesta a cambios en la disponibilidad de alimentos, de hábitat o climáticos. Gracias al seguimiento de estos movimientos en programas como el Migra, que desarrolla SEO/BirdLife, se están constatando cambios en la migración de muchas especies, como la cigüeña blanca y el águila calzada, aumentando cada año el número de ejemplares que se quedan entre nosotros a pasar el invierno. 

La observación de la migración de las aves nos puede dar importante información sobre los efectos del cambio climático. Gansos en Navarra.


La explicación vendría del hecho de que la migración de las aves no es siempre igual y se van adaptando a medida que van apareciendo cambios, tanto naturales como provocados por el ser humano. 

Por ejemplo, en algunos pájaros migradores de corto recorrido se ha observado un adelanto de varios días en las fechas de la migración de primavera desde la cuenca mediterránea con destino a los territorios del norte de Europa. 

La abubilla, otra especie que está cambiando sus hábitos migratorios.


En el caso concreto de la becada y para estudiar su migración podemos compararla respecto a especies con un comportamiento migratorio similar y que han sido más estudiadas. Un caso así es el de la curruca capirotada, un ave insectívora que ha sido ampliamente analizada por un experto ornitólogo como es el alemán Peter Berthold. Berthold afirma que el comportamiento migratorio de la especie tiene una base genética en todos sus aspectos: momento en que emigra, dirección, distancia, etc. Los individuos jóvenes llevarían en su código genético sus características migradoras, que heredarían de sus padres. 

Berthold estudió a fondo la migración aplicada a las currucas.


Al igual que en la becada, las poblaciones de curruca capirotada están divididas en tres grandes grupos: 
  • Sedentarias, en la cual los individuos no presentan migración. En el caso de las becadas serían una gran parte de las nidificantes en el sur de Europa. Por ejemplo, las que crían en la Península Ibérica. 
  •  Migradoras de corto recorrido o parcialmente migratorias, en la cual una parte de los individuos migran y otra no. Para las becadas estaríamos hablando de las becadas centroeuropeas. 
  •  Migradoras, en la cual la totalidad de los individuos migran. Para la becada serían las nidificantes en el norte de Europa (Rusia y Escandinavia, principalmente) 


Durante el invierno en España se solaparían los individuos de las tres poblaciones, es decir, podemos tener un mismo lugar becadas sedentarias, parcialmente migradoras y migradoras. 

Berthold estudió las poblaciones de currucas del sur de Alemania, que normalmente emigran en otoño hacia el suroeste de Europa, llegando a la Península Ibérica. Sin embargo, dentro de esta población centroeuropea hay un porcentaje pequeño de jóvenes, alrededor del 10%, que tomarían una dirección menos orientada al sur y recalarían en Gran Bretaña. Para estas currucas que llegan a las islas británicas la ruta sería más fácil, ahorrándose kilómetros y el atravesar cadenas montañosas, por lo que la supervivencia sería mayor. Además, el hecho de invernar más cerca de sus territorios de cría les permitiría ser las primeras en alcanzar en primavera los mejores lugares de nidificación y con ello conseguir una ventaja competitiva respecto de sus congéneres que pasan el invierno más al Sur. Este comportamiento parece que está aumentando debido al cambio climático y cada vez son más las currucas “británicas”, que no necesitan emigrar más al Sur. Como consecuencia más directa, esta conducta sería transmitida en mayor grado a las siguientes generaciones de currucas, así que con estos ingredientes tenemos servida una mayor sedentarización de la especie. 

La sedentarización de las becadas es una posibilidad de persistir las temperaturas altas en invierno


¿Este cambio de comportamiento de la curruca lo podríamos trasladar a la becada? Es muy difícil dar una respuesta definitiva, ya que se trata de dos especies parecidas y a la vez muy distintas. Sin embargo, ya nos llevamos una gran sorpresa con las 12 becadas que marcaron anilladores franceses en Estonia el pasado septiembre. La teoría decía que estas becadas deberían haber volado hacia el suroeste, finalizando su migración en Francia o la Península Ibérica. Sin embargo, las temperaturas suaves y los vientos contrarios a la migración las empujaron hacia Escandinavia y Reino Unido, donde han pasado el invierno.

 ¿Qué sucedería si estos comportamientos se van repitiendo?

En primer lugar y como gran diferencia respecto a la curruca nos encontramos en el caso de la becada con un ave con una alimentación altamente especializada, ya que prácticamente el 100% de su dieta la obtiene bajo el suelo, en su inmensa mayoría compuesta de lombrices. Por lo tanto, se trata de una especie muy sensible frente al frío y la nieve, una sucesión de varios días con helada o con el suelo cubierto de nieve provocaría que no pudieran acceder a las lombrices y sería suficiente para forzar a las aves a desplazarse hacia zonas más templadas o de lo contrario morir. 

Diversos autores especializados en la especie, como es el caso de Duriez o Ferrand han descrito la alta mortalidad que sufre la becada en caso de olas de frío. En ese sentido todavía recordamos lo sucedido en 2009 con la última gran ola de frío en el suroeste de Europa y la gran cantidad de becadas muertas que aparecieron en Francia. Aquella ola de frío que irrumpió de manera muy tardía se cebó con los ejemplares que llevaban todo el invierno acantonados, ya que muchos se resistieron a abandonar sus territorios de invernada y por consiguiente, para cuando decidieron moverse ya era demasiado tarde al haber agotado sus reservas. 

Los efectos devastadores de las olas de frío en las becadas han sido demostrados por diversos estudios sobre la especie


Como decía, llevamos más de una década sin grandes olas de frío en el oeste de Europa. Teniendo en cuenta que la becada sufre de lo lindo durante los duros inviernos, este clima tan suave podría estar provocando un efecto positivo para las poblaciones de becada en forma de una mayor supervivencia invernal y un aumento de efectivos. En parte y detrás de esto podría estar el hecho de que a pesar de que llevamos varios inviernos “otoñales” la presencia de becadas en España no se está resintiendo, ni mucho menos en Francia. Es decir, al final del invierno quedan más becadas y por tanto más “madre” para años venideros. 

La pasada temporada de caza puede considerase normal a pesar del clima benigno


En segundo lugar hay que tener en cuenta que el gran contingente de las becadas que nos visitan proceden de lugares del noreste de Europa, fundamentalmente Rusia, donde a pesar del calentamiento global todavía padecen unas condiciones climáticas en invierno que hace imposible la supervivencia de estas limícolas. Por ello, hoy por hoy aquellos territorios son hostiles para las becadas en invierno y todavía se verían obligadas a emigrar. En unas décadas ya se verá. Esas becadas recalarían en primer lugar en el centro de Europa, pero hay que considerar que ya existe una población de aves parcialmente residente en la zona. Cabría preguntarse si el medio tiene suficiente capacidad de acogida, es decir, alimento para albergar individuos de ambas poblaciones, migratorias y parcialmente migratorias. O si, de lo contrario, a modo de un vaso de agua que se va rebosando, las becadas procedentes del norte de Europa se verían obligadas a continuar su trayecto hacia el Sur al encontrase el nicho ocupado por otros individuos, lo que se conoce como migración “a saltos de rana”. 

Podemos utilizar el anillamiento científico de becadas como herramienta para estudiar los cambios en sus hábitos migratorios


En tercer lugar, otro de los efectos que podemos estudiar son las condiciones meteorológicas en el norte de Europa en la temporada de nidificación. Durante el llamado periodo crítico (mayo y junio) en el que eclosionan las polladas y los pollos empiezan a desarrollarse, los episodios de lluvias y frío prolongados tienen consecuencias funestas sobre las crías, con mortandades altas entre los jóvenes de pocos días de vida. Por ello, las primaveras calurosas de los últimos años en el norte, bajo mi punto de vista, lejos de perjudicar a la nidificación de la becada como se pudiera pensar, están siendo favorables, permitiendo una mayor supervivencia de los pollos. En un corto plazo yo no veo grandes cambios en el comportamiento migratorio de las becadas y en todo caso esos cambios son tan pequeños que serían difícilmente percibidos por el ser humano. 

Las primaveras cálidas y secas pueden tener un efecto relativamente beneficioso para la nidificación de las becadas


Creo que los últimos años sin olas de frío han tenido un efecto beneficioso sobre la población de becadas, así como los veranos calurosos en el norte de Europa. Los principales clubes de cazadores europeos llevan desde la segunda mitad del siglo XX estudiando los resultados de las temporadas de caza, en España desde la década de los noventa, y no se aprecia una tendencia decreciente, dentro de los típicos altibajos entre un año y otro. Los datos de anillamiento en Francia durante el invierno, con miles de becadas anilladas y horas de muestreo, incluso hablan de cierta evolución positiva en la densidad de aves invernantes. 

Sin embargo y como cuarto punto de este análisis, podemos esperar que el retraso de la llegada del frío en otoño y el adelanto de la primavera podrían acarrear que las becadas demoraran el inicio de la migración postnupcial y especialmente adelantaran el inicio de la migración al final del invierno. Es conocido que en las aves resulta de vital importancia ser las primeras en alcanzar los territorios de cría y así poder elegir los mejores lugares de nidificación y la posibilidad de copular con un mayor número de hembras. Detrás de este comportamiento podemos inferir que las becadas de seguir este ritmo de inviernos cada vez más cortos y templados nos dejarán también cada vez antes y podremos disfrutarlas durante menos tiempo en estas latitudes. Es decir, a corto-medio plazo probablemente tengamos un número parecido de becadas, pero en un periodo de tiempo más breve. 

El retraso de la llegada del invierno previsiblemente también retardará la arribada de migratorias


Por último, un efecto paralelo que en mi opinión podríamos observar es que el patrón migratorio de las becadas cada vez estaría menos claro. Lo estamos viendo con claridad en una especie más evidente para la observación del ojo humano, como es la grulla. Hasta hace unos años las fechas de paso migratorio de las grullas, tanto en otoño como en primavera, estaban muy marcadas, pero últimamente venimos observando un trasiego continuo de aves de octubre a marzo. Con la becada y hablando con cazadores recientemente se habla mucho de entradas de aves con cuentagotas o movimientos de becadas en fechas “raras”. Podría tratarse de becadas acantonadas en zonas más norteñas y que se van moviendo hacia el sur en invierno en función del avance del frío o que finalmente no se mueven si las condiciones climáticas son benignas. Un ejemplo lo tenemos con Bruixa o Myotragus, becadas equipadas en Mallorca con dispositivos de seguimiento por satélite y que en temporadas posteriores decidieron no dar el salto a la isla y permanecer en invierno más al norte.

La migración de las grullas puede darnos pautas sobre cómo está cambiando la del resto de especies menos visibles


Así y como conclusión, yo trazaría cinco puntos clave que en mi opinión pueden marcar el futuro de la migración de nuestras amigas en los próximos años:

  • Densidad invernal estable e incluso positiva en los lugares más propicios (zonas altas y con elevado índice de precipitaciones) de sus lugares de invernada en el sur de Europa.
  • Un aumento de la supervivencia invernal debido a la menor frecuencia de olas de frío.
  • Incremento del éxito de cría, siempre que los valores de temperaturas primaverales en el norte de Europa se mantengan dentro de límites tolerables.
  • Retraso en la llegada de becadas en otoño y especialmente un adelanto en la migración de primavera.
  • Una mayor "difuminación" de la migración de otoño, con entradas de pájaros más escalonadas.
Y eso es todo. Espero que os haya resultado de interés esta entrada del blog, siempre teniendo en cuenta que no soy un científico ni mucho menos, sino un simple estudioso de la becada que aprende todos los días algo de esta maravillosa especie.

¡Hasta la próxima!

Es esperable que las becadas se asienten en zonas altas durante los próximos inviernos

sábado, 8 de febrero de 2020

Treparriscos, flor de roca


Muy buenas Becadas Viajeras. Esta vez traigo al blog una entrada muy breve, pero con un invitado muy especial. Como suele ser habitual al inicio del invierno y con las llegada de los primeros fríos y la nieve a las altas montañas, los treparriscos inician una pequeña migración en altura desde las cumbres pirenaicas hasta los roquedos de zonas más bajas.

Y por fin el treparriscos

 Uno de estos lugares elegidos por el treparriscos para guarecerse de los rigores del invierno es la foz de Lumbier, en Navarra, una profunda garganta tallada por el río Irati y en la que se suele localizar a este bello pajarillo en los meses invernales.

Panorámica de la Foz de Lumbier


Me desplacé hace unos días hasta este lugar y gracias a las indicaciones de José Ardaiz pude localizar al treparriscos (Trichodona muraria), no sin cierta dificultad, debido a su pequeño tamaño y al formidable camuflaje que hace complicado distinguirlo de los farallones rocosos donde se mueve.

Paredes calizas donde el treparriscos encuentra su Benidorm particular


La imagen no es muy buena pero merece la pena

Se mueve en las rocas como pez en el agua

Con sus fuertes dedos y largas uñas se pega literalmente a la pared

Orillas del río Irati


Treparriscos

Atento a cualquier movimiento en las grietas en busca de algún invertebrado, base de su dieta

A fuerza de escudriñar las paredes de la foz por fin pude distinguir a esta especie de agateador de la roca. No pude disfrutarlo durante mucho tiempo, ya que enseguida se metió en una zona fuera de mi campo visual y ya no volvió a aparecer, pero ese rato fue suficiente para apreciar su extraña silueta, culminada por un largo y fino pico con el que acceden a los invertebrados que se esconden en las grietas de la roca. El plumaje gris y discreto contrasta con el color violeta de algunas plumas del ala y la garganta blanquecina. Esas llamativas plumas del ala las despliega a impulsos cuando sube y baja por las paredes, por lo que casi parece una flor que brota de la roca, de ahí el apodo con el que se le conoce y que da título a esta entrada.

Detalle del color violeta intenso que adorna sus alas


Su vuelo con ligeros espasmos y un sube-baja se asemeja al de una mariposa.

Con su largo pico accede a todos los rincones de la pared


Pude sacarle alguna fotografía, aunque no de muy buena calidad debido a la lejanía.

Destaca su garganta blanca


En definitiva, una gran alegría por haber bimbeado un ave tan escasa y localizada, una especie a la que le tenía especiales ganas y que por fin puedo tachar de la lista.

¡Hasta otra!

Flor de roca

Becadas: la interpretación de la proporción de jóvenes

  Muy buenas, después de un tiempo vuelvo con una publicación a propósito de que estos días se leen en las redes sociales mensajes con datos...