domingo, 26 de mayo de 2019

Una de sisones

En los últimos 50 años los cultivos cerealistas en Europa ha sufrido una serie de cambios espectaculares fruto de las nuevas técnicas agrícolas: Concentración parcelaria, mecanización de los trabajos, cereales con ciclos cada vez más cortos, transformaciones de secano a regadío, uso y abuso de productos químicos, etc. Todo ello ha provocado una modificación profunda en el paisaje y hábitat agrícola. Por desgracia, muchos animales no están siendo capaces de adaptarse a estos cambios y la principal consecuencia ha sido una brutal pérdida de biodiversidad.

El descenso de las llamadas aves esteparias en las últimas décadas en España ha sido dramático. Cada vez es más difícil ver "pajaricos" en determinados lugares y los censos de aves relacionadas con hábitats agrícolas realizados por la Sociedad Española de Ornitología así lo atestiguan. La evolución de estas poblaciones muestra una tendencia  preocupante. Perdices, codornices, tórtolas, alcaravanes, ortegas, gangas y un sin fin de pequeñas avecillas van en picado y solo los esfuerzos de conservación en lugares concretos están consiguiendo resultados positivos, como es el caso de la avutarda.

El ave que traigo a esta entrada de "La Becada Viajera" no es una excepción. El Sisón (Tetrax tetrax) también está siendo víctima de este empobrecimiento del hábitat estepario en España. En algunas regiones como Navarra su situación es crítica. El sisón precisa de zonas sin cultivar o barbechos para realizar sus puestas y cada vez éstos son más escasos. De acuerdo con los datos de SEO su número se ha reducido a la mitad en la última década.


El sisón, patrimonio de las estepas ibéricas.


En algunas regiones se están haciendo grandes esfuerzos por preservar las escasas poblaciones de esta gruiforme, tal es el caso de un enclave de la provincia de Lleida donde hice una breve parada "pajarera" durante un reciente viaje. Se trata del enclave natural de los Secans de Belianes-Preixana, una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), situada a pocos kilómetros de la A2 entre Lleida y Tárrega. Para recorrer estas estepas podemos tomar la carretera LP-2015 desde Bellpuig en dirección Belianes. En esta zona todavía se encuentra un paisaje de típico mosaico, con pequeñas parcelas de cereal, salpicadas de perdidos, plantaciones de almendros y corrales abandonados. Todo este biotopo constituye un paraíso para la fauna asociada a la estepa.
Había un buen número de parcelas dedicadas expresamente a refugio de las aves esteparias, con malas hierbas y flores por doquier. Unos carteles lo indicaban y rogaban que no se entrase en los campos.

Zona de barbecho dedicada a la cría de aves esteparias, una gran iniciativa.

El protagonista absoluto de esta zona es el Sisón. Tuve la suerte de ver ocho machos en el rato que estuve allí, lo que da una idea de la densidad existente. También es verdad que la época era la idónea, ya que en mayo los machos están especialmente inquietos por el celo. La visión de estos machos en celo es impresionante, su plumaje en esta época cambia totalmente y se muestran en todo su esplendor. El resto del año se parecen bastante a las hembras y tratan de pasar desapercibidos con una plumaje bastante discreto.

Localización del área de Secans de Belianes-Preixana y Estany d'Ivars i Vila-Sana




En los Secans también abundan otras aves asociadas a estas estepas: Alcaravanes, carracas, grajillas, cernícalos primilla, aguiluchos cenizos, calandrias o alondras son especies que con un poco de suerte y paciencia podremos observar. Joyas de unos paisajes en peligro que tenemos la responsabilidad de conservar.




Don Sisón.




Mirando de reojo.

Sencillamente espectacular.

Sisón en la lejanía.


La cada vez más escasa grajilla encuentra en los corrales abandonados el lugar propicio para instalar sus colonias


Un pequeño gazapo de conejo, quizás el mamífero más abundante en la comarca.



Un lejano aguilucho cenizo.
Calandria.
¿Cogujada montesina?

En este tipo de paisajes son frecuentes los distintos tipos de aláudidos (Alondras, terreras, cogujadas y calandrias) que ponen a prueba nuestro ojo para poder identificarlos. Y es que pequeños detalles en el plumaje, canto o color y forma de pico y patas marcan las sutiles diferencias entre ellos ¡Solo para expertos!


Pero por esta comarca no todo son estepas y secanos. Muy cerca también tenemos unos humedales que constituyen un auténtico oasis para las aves. Se trata del Estany d'Ivars y Vila-sana, a unos 20 kilómetros al norte. Una laguna de unas 150 hectáreas perfectamente preparada para ser recorrida en familia. Consta de abundantes pasarelas de madera y miradores para poder observar las aves clásicas de este tipo de humedales de interior, destacando una importante colonia de somormujos lavancos. Gaviotas patiamarillas y reidoras también habitan esta joya húmeda.

Estany d'Ivars y Vila-Sana


Entre las anátidas pude detectar ánades reales y algún porrón europeo. También gozando de la presencia de varios ejemplares de pájaro moscón, con sus llamativos nidos en forma de bolsa construidos en los álamos. Espátulas, cigüeñuelas, aguiluchos laguneros, fumarel común o carriceros completan una parte de la abundante y variada avifauna que podemos encontrar por aquí.

Zarcero políglota, el cantante incansable.




Espátula en la zona de aguas menos profundas.



Espátula anillada.

Gaviota patiamarilla, presente por todo humedal.
Somormujo lavanco

Pareja de somormujos lavancos, muy abundantes en el Estany.




Carricero tordal.


Nido de estornino.

La elegante garza real.


Cigüeña y cigoñino, varios nidos salpican las orillas del lago.



Una de las cuatro cigüeñuelas que ví.
Espero que os haya gustado esta reseña sobre estas dos joyas de la naturaleza ilerdense y este post sirva para remover conciencias sobre la situación de las aves esteparias en España ¡Hasta otra!

jueves, 9 de mayo de 2019

El censo nacional de becadas en Rusia revela una disminución de nidificantes

En esta nueva entrada de "La Becada Viajera" traigo un poquito de ciencia, en este caso un estudio sobre este pájaro que nos vuelve locos. Se trata de un artículo de los rusos YURI BLOKHIN, DMITRII ARTEMENKOV y SERGEI FOKIN publicado en la Newsletter 44 del Grupo de Especialistas en Becada y Agachadiza de Wetlands International. En él, los autores analizan los datos obtenidos en los censos de becada en vuelo nupcial (llamado roding o croule) llevados a cabo en Rusia durante veinte años, desde 1999.

Para los menos puestos en la materia el roding o croule es el vuelo de cortejo que realizan los machos de becada durante el periodo de cría. Lo hacen preferentemente al anochecer y amanecer y con este vuelo marcan el territorio y buscan hembras con las que aparearse. Es un buen momento para poder contar los ejemplares reproductores que hay en una determinada zona. Los machos hacen recorridos más o menos circulares con un radio que puede llegar a ser de kilómetros, mientras emiten un canto característico e inconfundible para quien lo haya escuchado alguna vez.

Becada en roding

Estos censos se efectuaron en el área de nidificación de la especie, zonas forestales ubicadas principalmente en la Rusia europea, mediante el envío de unos 3.000 formularios cada año. Desde 2016, muchas autoridades de las regiones rusas también se han unido a la organización de estos censos, de manera que esto les ha permitido duplicar el número de formularios devueltos desde las explotaciones de caza privadas, las reservas naturales, las zonas de caza públicas y otros. A lo largo de estos veinte años han registrado 280.329 contactos con becada en 37.295 puntos de observación repartidos por 43 regiones rusas. El objetivo principal del estudio es el análisis de la intensidad del roding y los cambios a largo plazo dentro de la monitorización del estado de las poblaciones de esta ave, la limícola cinegética más popular en Rusia.


El método para la realización de estos censos básicamente consistió en contar los contactos positivos con becadas en vuelo nupcial (roding o croule) También se analizó el número medio de contactos y su relación con la temperatura nocturna del aire desde el 27 de mayo hasta el 11 de junio en diferentes años.


Los autores analizaron los valores absolutos de los contactos con becada en roding durante las dos horas de duración de cada muestreo en la Rusia europea, por provincias y regiones. La intensidad anual del roding fue variable, el número medio de contactos fue desde 6,1 en 2014 a 9,8 en 1999. Las áreas de alta intensidad de roding (con un alto número medio de contactos) constituyen áreas óptimas de distribución de la especie, normalmente las regiones del norte, noroeste y centro de la Rusia europea. La intensidad de roding baja fue más típica en todas las regiones del Sur y del Nordeste. Los mapas de distribución de becadas se elaboraron teniendo en cuenta el número medio de contactos en el período del censo de 1999 a 2018.

Los autores confían en el aumento de la masa forestal en Rusia como mejora del hábitat para la especie

Los resultados muestran que las áreas con alta intensidad de roding (más de 9 contactos) se redujeron considerablemente en el segundo período de censos (de 2009 a 2018). En los últimos veinte años, la proporción de áreas con intensidad de roding “media” (6,1 a 9 contactos) se ha mantenido relativamente estable, entre 37,6-40% en todas las regiones. En el mismo período, la proporción de áreas de roding "buenas" se redujo casi a la mitad, de 36,2 a 18,3%. Por último, la proporción de áreas de intensidad de roding “baja” (3,1 a 6  contactos) y “muy baja” (menos de 3,1 contactos) aumentó casi dos veces, del 23,7 al 44,1%.  En 2018, la proporción de áreas con intensidad de roding "buena" alcanzó el valor mínimo para todo el período del censo.


A lo largo de los años también se registró el número máximo de contactos para 13 provincias. En Karelia, la intensidad de roding más alta durante las dos horas de muestreo alcanzó los 64 contactos en 2011 y 58 contactos en 2015.


El porcentaje de lugares con una intensidad alta de roding se ha reducido de un modo drástico en la última década


Teniendo en cuenta todo el período de muestreo del censo de roding, la temperatura nocturna del aire y el número medio de contactos están correlacionados positivamente para las regiones norte, noroeste, central y Volga-Vyatka y baja correlación negativa para las regiones de Chernozem Central, Volga y Ural. Por lo tanto, en períodos "cálidos", se observó una alta intensidad de roding (o una mayor población de becadas) para las regiones del norte, noroeste y central, mientras que en los períodos "fríos" se observó una tendencia a una mayor intensidad de roding en las regiones del sur. Por lo tanto, la población reproductora de becadas parece redistribuirse anualmente, a través del área de nidificación de las provincias europeas de Rusia, influenciada por las condiciones climáticas.



Los autores concluyen que el primer censo de roding del siglo XXI mostró una situación estable de la población reproductora de becadas en la Rusia europea, pero en los últimos diez años se ha iniciado una tendencia negativa en el límite y también en el área óptima de distribución de la especie. 

Sin embargo y al mismo tiempo, también afirman que las cifras de los censos de otoño de becadas durante el anillado nocturno no muestran una disminución. Además, incluso dicen que puede haber un incremento en el número de poblaciones de becadas nidificantes en Rusia debido al aumento de la superficie de bosques jóvenes atractivos para la especie en los últimos 30 años.


Por último recuerdan que en la Rusia europea, la monitorización del estado de las poblaciones de becadas debe continuar, utilizando diferentes metodologías (el censo durante el roding, censo nocturnos otoñales durante el anillamiento, los propios resultados del anillamiento y de las capturas de caza), para estimar la tendencia de la población de becadas. Los estudios son necesarios para definir las medidas de gestión de la explotación sostenible de la becada.

Os invito a visitar la web de Wetlands International y consultar el artículo íntegro.

Las fotos de esta entrada son obra de RUBÉN IBÁÑEZ.

sábado, 4 de mayo de 2019

Momentazo ornitológico en la Marjal del Moro

La verdad es que esta pasada Semana Santa el mundo se ha vuelto del revés en lo que a la meteorología se refiere, con tiempo primaveral en el Norte y una vuelta al invierno en la franja mediterránea. Como teníamos un compromiso adquirido de bajar a ver a la familia que tenemos en Gandía, hacia allí dirigimos la "autocarabirding" con la esperanza de que las previsiones de todos los modelos no se cumplieran y lo que podía ser una gota fría de libro finalmente se quedara en un chaparrón.

Sin embargo, al empezar a descender de las alturas turolenses hacia el mar se cumplían todos los presagios y el viento de Levante comenzaba a mojar de un tímido chirimiri el parabrisas, que al llegar a Sagunto ya era una lluvia en toda regla, acompañada de un viento que nos agitaba y hacía la conducción complicada.

Con todo esto la parada prevista en La Albufera hubo que dejarla para mejor ocasión. En El Saler el Mare Nostrum nos recibía en forma de semi galerna, nunca había visto este mar tan marrón y cabreado.
La cosa pintaba mal para turisteo, pajareo y paseo playeril, así que hubo que adelantar la vuelta porque no era cuestión de pasar los días viendo llover.
Pero también hubo algún ratillo que aproveché para escaparme a alguna zona interesante desde el punto de vista pajarero. Uno de esos puntos calientes es la Marjal de Borrons, una zona inundada que forma parte del conjunto del Marjal de Xeresa y muy cercano a Gandía Playa. Lo cierto es que esa zona está llenita de zonas húmedas, muy propicias para avistar todo tipo de aves asociadas a estos hábitats. Hay una vida increíble en estos sitios y había que aprovecharlo aunque el clima no acompañase y que tampoco estábamos en temporada alta de migratorias.

Al Marjal se accede por un pequeño laberinto de pistas y caminos entre naranjos y acequias. Una vez allí hay una serie de pasarelas de madera muy bien acondicionadas que rodean una de las zonas principales. Existe un pequeño estanque y luego ya una superficie inmensa de carrizo que queda fuera del alcance si no es vadeando o en barca.




Nada más llegar a la zona más accesible un águila pescadora me recibe posada en unos eucaliptos enormes, pero antes de poder encarar la cámara se levanta y aleja rápidamente. Buen comienzo. Esta zona arbolada era compartida como posadero con varios cormoranes grandes.



La vuelta al humedal dio como resultado una discreta observación de anátidas, solamente unos pocos ánades reales, pero sí un macho de pato colorado que me vino a placer y pude fotografiar con calma. Bastante suerte porque es un pato muy tímido que no se deja aproximar con facilidad.



En la zona contigua de cañaverales cantaban sin parar los buitrones, haciendo pequeños vuelos y volviendo a posarse. Había infinidad de ellos.

Este área está rodeada de huertos y campos de naranjos, por lo que también hay un buen número de especies propias de estas zonas: Curruca capirotada, zarcera y cabecinegra, ruiseñor, verderón, jilguero y carboneros. También unos pajarillos muy pequeños que me parecieron estrildas, una especie invasora que ha colonizado la zona, pero no puedo confirmar. Los cetia ruiseñores también cantando con ganas.



En un chopo seco me sorprendió un torcecuello, junto a un gorrión molinero. También vi fugazmente una oropéndola, la primera de la temporada primaveral. Dada la abundancia de mosquitos en el cielo había una ingente cantidad de golondrinas, también alguna daúrica, así como los primeros vencejos de la temporada. Aviones comunes y zapadores se unían a este ejército de cazas aéreos.

En cuanto a ardeidas, unas cuantas garzas imperiales, un par de reales y bastantes garcetas comunes y bueyeras. No tuve suerte con otras más difíciles como son el avetorillo y avetoro, aunque el sitio promete.



También una agradable sorpresa ver los primeros moritos, ave poco frecuente en mis áreas habituales y que siempre alegran el ojo.

Fochas y gallinetas también presentes, más abundantes las segundas. De hecho en cualquier canal o acequia veías unas cuantas.

En cuanto a gaviotas, sobre todo patiamarillas, aunque también tuve la suerte de ver alguna gaviota de Audouin, asimismo un pájaro extraño para mi.

En definitiva, un lugar bonito al que darle una vuelta y que en invierno y con temporales de frío seguro que debe ser un autético espectáculo.

Como se me había quedado mal cuerpo por no haber disfrutado al 100% de estos lugares, a la vuelta paramos en un enclave que me recomendó un experto ornitólogo, José Ardaiz, la Marjal del Moro o Marjal dels Moros en valenciano, situado al final del paseo marítimo de la playa de Puçol, entre Valencia capital y Sagunto. Se trata de una ZEPA compuesta de un humedal de unas 300 hectáreas que límita por el este con el mar Mediterráneo, del que lo separa una estrechísima franja de dunas y una playa de guijarros. Está considerado uno de los humedales más importantes de la Comunidad Valenciana, pero al estar tan cercano a La Albufera da la impresión de estar a su sombra y por ello permanece un poco en el anonimato.




El acceso es muy bueno y desde el parking del restaurante l'Estany hay una senda que enseguida te mete en todo el meollo. Hay varios puestos de observación y hides, aunque en la época en la que yo he estado había varios sectores que se encontraban cerrados para evitar molestias a las especies en estos meses delicados de nidificación (Bien me parece) Aún así se podían recorrer zonas muy bonitas.

En la misma puerta de entrada hay un pequeño estanque rodeado de altas cañas y ahí la primera observación de nota: Un martinete acompañado de algunas garcetas ¡Bien!



En la zona contigua de tamariz revoloteaban algunas currucas carrasqueñas, seguramente en paso, mientras en los primeros cañaverales se escuchaba el canto del carricero tordal, sin embargo no se dejaba ver, como es habitual en esta especie.
Según me acerco a los primeros estanques detecto un pato extraño, con pico azul con aspecto de ortinotorrinco. El bicho se las trae, nunca lo había visto, para mi un "Bimbo" como un piano. Nada más y nada menos que una malvasía cabeciblanca, una anátida que estuvo a punto de desaparecer en el siglo pasado y que poco a poco se está recuperando, siendo este humedal uno de sus bastiones más importantes en España. Ya solo por esta observación había merecido la pena visitar la Marjal del Moro.
Se dejó fotografiar "a huevo" desde una de las torres de observación. Junto a ella otro ejemplar joven, con un discreto plumaje casi negro y sin el característico pico azul celeste y varios porrones europeos y algún azulón. En el limo de la orilla se alimentaban una agachadiza y un chorlitejo chico.




Más a la derecha hay un estanque de mayor tamaño y ahí también a muy poca distancia posaba un joven flamenco rodeado de fochas. Más lejos un pequeño grupeto de patos colorados.



En el cielo, se producía un continuo trasiego de charranes comunes, patinegros y charrancitos. También había entrada de fumarel cariblanco, pero no tuve la suerte de verlo o la habilidad de identificarlo. La llegada de aves desde el mar era continua, tal vez empujadas por el temporal que sacudía esta zona del Mediterráneo.


Gaviota de Audouin.



De pronto un ave extraña irrumpe y se posa a pocos metros. Me quedo mirando bastante incrédulo y veo que es una canastera, inmóvil y muy confiada. Al poco empiezan a llegar más y se posan en la playa de guijarros. En un rato se llena el lugar de esta extraña limícola que nunca hasta ahora había observado ¡Vaya potra! No sabría calcular cuántas canasteras habría en este tramo de playa, pero más de el centenar seguramente. En la playa de guijarros también se movían un par de chorlitejos patinegros acompañados de un despistado vuelvepiedras. Pude disfrutar a placer de las canasteras, ya que se dejaban aproximar hasta una corta distancia, lo cual se agradece si quieres tomar una fotografía decente.







El pequeño Chorlitejo patinegro.


Un vuelvepiedras, en su hábitat que le da nombre. Bonitos colores los que luce esta limícola costera.



Volviendo a la zona de marjal me asomo a un pasillo de limo entre cañaverales que se encuentra cerrado por una valla metálica para evitar molestias. Y desde fuera veo circular alguna cigüeñuela y otra especie muy rara para mi, un calamón. Lástima que no pudo fotografiarlo bien debido a la distancia y la valla, pero bueno, mejor así si contribuye a su tranquilidad.



Más adelante hay una zona de hides, algunos de ellos se encontraban cerrados, pero uno de ellos daba a un pequeña zona inundada y allí disfrute pero bien. Diría que es de los sitios donde he podido observar las aves con una mayor calidad, dada la variedad de aves, su tranquilidad y la escasa distancia a la que se encontraban. Un diez por este rincón.

Destacaban ánades frisos, cercetas carretonas, algún pato cuchara y más abundantes los porrones europeos. También silbones y media docena de cercetas comunes. No pude ver la cerceta pardilla, especie que habita este marjal, pero ya hubiese sido la leche.

La variedad de aves en poco terreno era brutal, una gozada. En la siguiente imagen se pueden ver hasta siete especies: Flamenco, gaviota reidora, charrán común, cigüeñuela, pato cuchara, archibebe común y correlimos zarapitín.



Nutrido grupo de cigüeñuelas, la limícola más abundante en el marjal durante estos días. Muchas supongo que estarían de parada y fonda, stop over que dirían los expertos, durante su migración.


Otro popurrí de limícolas, entre los que alcanzo a identificar a archibebe común y oscuro, correlimos común y zarapitín. Junto a ellos otra cigüeñuela y varias gaviotas reidoras.


En una pequeña isla descansaban varios charranes comunes y patinegros. A su alrededor dos gaviotas reidoras y una gallineta o polla de agua. En el agua un archibebe común.


Aunque ya más lejanos, al fondo del marjal se divisaba un buen grupo de gaviotas cabecinegras, con su vistosa líbrea de verano, una gaviota muy bonita y que no es tan fácil de ver en nuestras latitudes.


La única avoceta que pude ver en el marjal.



Un bonito macho de ánade friso, de los que había una pareja.


Mamá y papá friso.


Un solitario ejemplar de tarro blanco.


Pareja de cercetas carretonas, lástima que estuvieran tan lejos porque es una de mis anátidas preferidas. Muy bonita y poco frecuente.


Más común es el porrón europeo, de los que había ejemplares diseminados por toda la zona, entre ellos este confiado machete.


Un grupo de moritos se posaron y estuvieron alimentándose un rato, aunque me pareció que no estaban muy cómodos con mi presencia y pronto levantaron el vuelo.






Los impresionantes flamencos siempre presentes, bellísimos con esos colores rosados.






A ultima hora localicé esta parejita de becacina o agachadiza común junto a un chorlitejo chico, estaban realmente ocultos entre las hierba de la zona de limos.


En cuanto a rapaces, poco que destacar. Apenas algún aguilucho lagunero y este cernícalo vulgar que me estuvo rondando toda la mañana.


Bueno, pues espero que os haya gustado esta entrada sobre esta estupenda zona húmeda a la que os invito y aconsejo que visitéis si vais a la costa mediterránea. Seguro que no os defraudará.

Becadas: la interpretación de la proporción de jóvenes

  Muy buenas, después de un tiempo vuelvo con una publicación a propósito de que estos días se leen en las redes sociales mensajes con datos...