Otro otoño más, cuando llega octubre, la llamada del norte nos conduce a un país que se ha convertido en un destino ineludible. En Estonia tenemos una cita con unas damas de pico largo, el anillamiento de becadas es el reclamo. Este es el resumen de varias jornadas empapados de naturaleza, espero que os guste el relato.
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Estonia en estado puro, bosque de Parika |
Como apunte de culturilla general, señalar que Estonia es una de las tres repúblicas bálticas, junto a Lituania y Letonia que se independizaron de la antigua Unión Soviética a finales del siglo pasado. El territorio de Estonia tiene una superficie de 45.000 km2, algo menor que Aragón, y su población es 1,3 millones de habitantes, siendo su densidad de población de las más bajas de Europa.
El territorio se reparte entre la región continental y un conjunto de más de 2000 islas e islotes dentro del mar Báltico.
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Estonian paradais |
La superficie de Estonia se caracteriza por ser muy llana, con abundancia de zonas húmedas, lagos y turberas y cubierta en un 40% por bosques de pinos, abetos y abedules.
Como en los últimos cinco años el “team” anillador del grupo Scolopax del Club de Cazadores de Becada se componía de cuatro miembros, Chicho, Zarbo, Rubén y servidor. La última noche en la isla de Vormsi nos uniríamos a David, leonés que trabaja allí en octubre entrenando perros sin muerte. Como siempre una gozada compartir unos días con estos amigos. Risas y cachondeo general no faltaron.
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Si se los encuentra no les pida ayuda, no son el Equipo A, solo son anilladores de becada |
El 17 de octubre la llegada a la capital Tallinn desde Bilbao vía Frankfurt se produjo sin percances y tras recoger el coche de alquiler nos dirigimos raudos y veloces hacia la localidad de Tääksi, en el sur del país, pueblo que sería nuestra base de operaciones para anillar por la noche y birdwatchinear durante el día. El resultado del experimento era una incógnita, ya que los años anteriores habíamos anillado únicamente en la isla de Vormsi, con el apoyo del anillador local, el gran Jaanus Aua (un crack) y aprovechando la infraestructura del club de becaderos italianos. Como se suele decir, íbamos a mesa puesta. En esta ocasión nos tuvimos que batir el cobre por nuestra cuenta, pero el que no arriesga no gana y nosotros somos de arriesgar.
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Sauna centenaria en la trasera de nuestro alojamiento en la Guest House de Tääksi |
Llegada a Tääksi, saludos de rigor y sin solución de continuidad dejamos el equipaje en la casa rural e ipso facto encaminamos nuestros pasos hacia la cercana reserva de Parika, un intrincado bosque de abetos, alisos y abedules que Rubén y yo habíamos visitado en la primavera de 2018 con buenos avistamientos de becadas en celo. Allí esperábamos tropezarnos con alguno de los grandes de Estonia (Alce, oso, lobo o urogallo), aunque con algún premio menor también nos daríamos por contentos. La tarde estaba tristona, con cielo cubierto y ligero chirimiri por lo que la primera incursión se dio pronto por concluida. Había que volver a la Guest House a cenar y preparar los talabartes para la noche de anillamiento que se avecinaba.
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La primera becada anillada de muchas |
Tras devorar el exquisito salmón en papillotte que nuestra anfitriona Jona cocinó, nos reunimos con Aare, un prestigioso anillador experto estonio y sus hijos, que ejercían de intérpretes. Chapurreando un poco de Estoninglish fuimos entendiendo que nos guiarían a una zona de praderas situada a unos 11 kilómetros.
Para allá que nos fuimos, repartiéndonos en dos grupos, uno a cada lado de la pista forestal. A pesar de que había bastante luna (perjudicial para anillar becadas) la noche se presentaba lluviosa y con algo de viento, lo cual favorecía nuestros intereses.
Pronto llegaba la primera captura, que ayuda a liberar tensión y a la segunda ¡Premio! Una becada que había sido anillada y equipada en septiembre con un dispositivo de seguimiento por GPS por un equipo francés en ese mismo prado. Al parecer dichos anilladores colocaron estos aparatos a 12 becadas de la zona. Dado que el dispositivo no consta de batería recargable con paneles solares, lo que hacen es programarlo para emitir desde octubre a finales de diciembre y dar unas 200 localizaciones con precisión GPS. Según nos comentó el anillador local probablemente esta becada se trataría de un ejemplar nidificante en la zona.
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Becada equipada por un transmisor por satélite que capturamos y soltamos |
Seguimos la sesión de anillamiento peinando un rastrojo de colza y allí encontramos una buena concentración de sordas, pero al estar tan juntas se complicaba meterlas en la red. Si centrabas el foco en una, el resto se asustaban y levantaban el vuelo, alertando al pájaro objetivo. Qué jodidillas son. El terreno se encontraba en inmejorables condiciones, rezumando agua y con cantidad de lombrices en la superficie. Como resultado las becadas estaban en modo Falete, con un récord de 450 gramos en un ejemplar. Para que os hagáis una idea, en España lo normal es anillarlas con 315 gramos. Contentos con el resultado nos volvimos a la casa a planchar un poco la oreja, el día había sido intenso y todavía quedaba mucho trabajo por hacer en las jornadas venideras.
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Feliz como una lombriz |
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Este año los prados estaban pletóricos de humedad y lombrices |
El segundo día también amaneció plomizo y amenazando lluvia, condiciones nada halagüeñas para observar fauna, pero eso no nos desanimó y pusimos rumbo al Parque Natural de Soomaa, una enorme reserva de 370 km2 cubierta de bosques de abetos y ciénagas.
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Casa del parque de Soomaa, el castor europeo protagonista |
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Abedules talados por los castores, tenían la castorera cerca. Unos auténticos ingenieros de presas. |
Una de las curiosidades del parque es la existencia de la llamada “quinta estación”, en el mes de abril, época en la que el deshielo hace subir el nivel de los ríos e inunda una gran superficie, circunstancia que es aprovechada por locales y turistas para desplazarse con canoas. Aquí la población de castores y alces es abundante. Aprovechamos para visitar una zona de praderas que incluye un lek de agachadiza real y que conocíamos de anteriores ocasiones, pero la lluvia la había inundado por completo.
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Lek de agachadizas que visitamos en la primavera de 2018, en esta ocasión las lluvias de otoño lo habían inundado por completo |
En una cercana arboleda de alisos disfrutamos durante un buen rato de la compañía de un nutrido grupo de mitos de la subespecie caudatus, típica del norte y este de Europa, debido a su pequeño tamaño y color blanco parecen delicados copos de nieve ¡Preciosos!
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Bello mito del norte. |
En los canales de agua se veían por doquier rastros de la actividad de los castores, árboles talados y presas construidas por esos roedores. Aquí el castor es una especie cinegética y su carne muy apreciada. Está rico, doy fe.
Dejamos Soomaa y sus ciénagas, poniendo rumbo a la costa para ver si el tema pajaril estaba más movido y de paso hacer una parada de avituallamiento en la localidad de Pärnu. En sus playas hay un par de zonas preparadas para observar aves, así que hacia allí nos marchamos. Sin embargo una vez llegados nos arreció la lluvia y no se podía parar del aire. Aún así tuvimos oportunidad de fotografiar a placer una garza real y ver las primeras agachadizas, barnaclas cariblancas y una solitaria garceta grande, especie que no es habitual en estas fechas por la zona.
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Garza real muy confiada |
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Para rato se deja acercar a esta distancia en nuestras latitudes. |
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Sacudiéndose el agua, llovía a mares |
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Corneja cenicienta en Parnü, un córvido que no podemos disfrutar en el sur |
Vuelta a Tääksi a repetir la rutina, ducha rápida, cena y enseguida salida hacia los campos de anillamiento. En esta ocasión nuestro “cicerone” Aare nos condujo hacía una granja de vacas con unos prados en teoría muy frecuentados por becadas. Sin embargo esas praderas no dieron el resultado esperado, con una sola captura. Las becadas estaban concentradas en un rastrojo de maíz contiguo. Allí tuve la ocasión de atrapar unas cuantas y salvar la noche, a pesar de que estaban verdaderamente recelosas. La noche calma, sin lluvia ni pizca de viento, no ayudaba a nuestra faena.
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La becada del maíz |
El tercer día madrugamos un poco más ya que las previsiones meteorológicas daban una ventana de buen tiempo y había que aprovechar para visitar la península de Poosaspea, una punta localizada en el extremo noroeste del país muy utilizada por las aves que bajan de Finlandia y la Karelia rusa en sus viajes migratorios. Allí hay un pequeño observatorio ornitológico. Así que tras desayunar el porridge de Jona con tortilla y fiambre y una buena taza de café nos pusimos en ruta, teníamos 200 kilómetros por delante hasta llegar a Poosaspea.
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Brutal pigargo europeo, la rapaz mayor del continente. Se trataba de un ejemplar anillado |
Por el camino, todos los ojos puestos en los bosques y praderas en busca de cualquier animal que captara nuestra atención. Corzos en abundancia, ánsares caretos y avefrías parados en los cultivos nos iban alegrando el ojo y los primeros rayos de sol anunciaban que el paso migratorio probablemente estaría abierto ¡Bieeeennnnn!
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Pareja de ánades silbones |
Según llegábamos a nuestro destino una concentración de picarazas, cornejas cenicientas y cuervos en el claro de un bosque nos puso en alerta. Paramos el coche y de pronto salta un pigargo, lo justo para poder lanzarle una ráfaga con la cámara. Era un ejemplar anillado de esta gigantesca rapaz, la mayor de Europa y que se alimenta de carroña y pescado. El motivo de su presencia era los despojos de un alce que habían dejado los cazadores y que estaban devorando. Con los prismáticos localizamos otros tres ejemplares posados en los árboles cercanos.
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Porrones bastardos en migración |
Reemprendemos la marcha y un grito repentino hace clavar los frenos a Rubén ¡J….., Ampelis! Uno de los objetivos del viaje estaba posado en un cable en la orilla de la carretera. Chicho entró en modo locura, tenía unas ganas enormes de bombear este pájaro. De pronto aparece otro, otro y así hasta una gran bandada, había ampelis por todos lados. Parados, en vuelo, las cámaras echando humo ¡Objetivo cumplido! Jaanus tenía razón, la abundancia de bayas en Estonia auguraba una buena presencia de estas bellísimas granívoras. También los zorzales reales volaban de cualquier mata.
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Ampelis europeo ¡Bravo! |
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Bella ave de plumaje tutti fruti |
Una vez llegados al faro nos situamos junto al observatorio donde un grupo de ornitólogos finlandeses estaban apostados con sus telescopios.
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Gaviota reidora |
Muy cercanos un grupo de silbones devoraban las algas adheridas a las rocas del espigón.
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Silbón reponiendo fuerzas |
Varios cisnes vulgares navegaban ajenos a nuestra presencia y un macho de havelda sesteaba a escaso metros, mecido por las olas.
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Macho de havelda en su Bed & Breakfast |
En la orilla un grupo de cuatro escribanos nívales me dio la gran alegría del día. Bellísimo pájaro, un “Bimbo” para mi, nueva especie a tachar de la lista.
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Escribano níval, peazo Bimbo |
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Escribano nival descansando de su viaje en las orillas del Bático |
El paso migratorio no era muy intenso, pero aún así vimos buenos bandos de porrones osculados, porrones bastardos, negrón, negrón especulado, serretas medianas, haveldas y cuatro colimbos.
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Rubén y Chicho en acción, dos cracks de la ornitología de los que siempre aprendes algo |
En el mar tres buques militares y dos cazas de guerra que pasaban frecuentemente nos recordaban que estamos cerquita de Rusia y se trata de una zona caliente. En el bosque contiguo abundancia de camachuelos y reyezuelos sencillos.
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Porrón osculado, anátida que nidifica en árboles |
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Bandada de osculados |
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Fuera de la época de cría casi siempre están ligados a zonas marinas |
Cuando empezó a caer la tarde nos desplazamos hacia un puerto cercano donde estaban descargando anchoas y sabíamos de la presencia de focas grises. Pronto localizamos dos individuos, que aunque lejanos, nos observaban con curiosidad. Simpático animal, aunque las anchoas y arenques no opinarán lo mismo, supongo.
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Foca gris |
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¿Esperando el balón de Nivea? |
Con las mismas, carretera y manta, nos quedaban dos horas para volver a casa. Por el camino más observaciones de ánsar careto, alcaudón norteño y un precioso macho de azor posado en una alpaca de paja. No está nada mal.
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Azor al atardecer y con poca luz, elegante macho, anillado por cierto |
En esta ocasión le dimos la Saturday night libre a Aare y volvimos a las praderas que visitamos la primera noche y donde atrapamos la becada con transmisor. Otra vez localizamos esa sorda y otra más equipada, pero ninguna se dejo coger. Las becadas estaban más resabiadas y pocos pájaros pudimos atrapar. No obstante alguna cayó y se marchó anillada. En una pradera con hierba alta tuve la oportunidad de observar durante un rato el vuelo de un búho campestre. Con las mismas vuelta a casa tras una noche que ni fu ni fa.
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Chicho tomándole la medida a una becada |
Cuarta jornada. Porridge rutinario, tortilla y pozal de café para aguantar el tirón y vuelta a las andadas. Tras la kilometrada del día anterior decidimos dedicarnos a la vida contemplativa de aves un poco más cerca y pistear con el coche en la reserva de Parika, que ya habíamos explorado en nuestra primera tarde.
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No hay dos sin tres ni casa estonia sin manzano en la puerta |
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Macho de camachuelo poniendo pecho palomo |
Antes curioseamos un poquillo cerca de la casa, descubriendo cosillas interesantes, entre ellas un pito cano y pico mediano entre varios picapinos. Muchos zorzales reales y camachuelos en los jardines de las casas. Hay que decir que toda casa estonia que se precie tiene su jardín con unos cuantos manzanos y algún serbal. Esto hace las delicias de muchos pájaros.
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Mirlo común |
Un grupillo de escribanos cerillos también se desperezaba junto a carboneros y herrerillos que volaban de cualquier esquina.
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Pájaro picapinos, parece que alguien le había colocado el desayuno en este poste |
Desde la casa Chicho dijo haber escuchado el aullido de un lobo. Se llevo las bromas del resto, pero luego Jaanus nos confirmó que en la zona vivían unos 20 lobos repartidos en dos manadas, por lo que no era descartable. También el chacal dorado ha llegado a Estonia y se está expandiendo a gran velocidad, por lo visto son ejemplares provenientes del Cáucaso.
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Rubén ¿pescando? |
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Zorzal real, muy abundantes este año |
La turné por Parika dio abundantes frutos, seguramente el día más completo. Nada más entrar en la reserva un misil cruzó la pista ¡Grévol! Bimbo al canto, aunque no se dejó ver más, sí escuchamos volar tres ejemplares de esta galliforme, esquiva y desconfiada donde las haya. Buena observación, pero sin oportunidad de fotografiarlos.
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Mitop, un copito de nieve con plumas |
Un poco más adelante otro pájaro que cruzó la pista nos obligó a frenar en seco. Esta vez se posó en una rama para poder apreciarlo a placer. Ostrassss, un ¡Mochuelo chico!!! Alegría y alborozo general, fotos a tutiplén mientras el mochuelo posaba como si fuera una estatua sin perder detalle del suelo, seguramente le estaría siguiendo la pista a algún ratoncillo. No sé cuántas fotos le habrían caído, pero aquello parecía la Pasarela Cibeles jijiji.
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Mochuelo chico, la rapaz nocturna más diminuta de Europa |
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Gran potra encontrarlo tan a placer |
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En alerta |
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¡Espectacular! |
A la fiesta se unió un pito cano, posiblemente extrañado de tanto ajetreo en su solitario bosque.
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Pito cano, un pícido que no tenemos en nuestra zona |
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A pesar de la mala luz se aprecian sus bigoteras características |
Pero todavía había más espacio para la sorpresa, porque unos metros más allá y de pura “txiripa” descubrimos cinco machos de gallo lira encaramados a un abedul ¡Top!!!! La mañana había merecido verdaderamente la pena.
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Reunión de machos de gallo lira, a full!!! |
Mitos, reyezuelos sencillos, un gavilán, azor, varios picamaderos negros, alcaudón norteño, piquituertos y lúganos completaron la lista de aves de la excursión, sin duda un día para recordar.
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Grupete de gansos o ánsar careto descansando en un rsatrojo |
Por la noche, el bueno de Aare acompañado por su hijo nos llevó a la granja de vacas con rastrojo de maíz que tan buen resultado nos dio el segundo día. Sin embargo, esa noche no estaba tan concurrida, alguna becada se vio, pero no para tirar cohetes. Lo compensó la observación de varios raccoon dog o perro mapache, una liebre tamaño XXL y las habituales manadas de corzos, cada año más abundantes.
La nota negativa fue que perdí el primer tramo de la caña que usamos para anillar, disgusto máximo, pero con noche cerrada poco se podía hacer, haríamos la búsqueda con las primeras luces del día.
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Becada que capturamos y anillamos el penúltimo día con la articulación de la pata derecha rígida, posiblemente por alguna rotura previa. El ave estaba en buen estado |
Para finalizar la noche con buen sabor de boca Aare nos condujo a otro sitio que estaba sin tocar, unos pequeños prados con vacas. Un sitio un poco delicado, ya que había varias líneas eléctricas, peligrosas cuando manejas una caña de fibra de seis metros. Con todo pudimos anillar dos becadas más, así que la noche se arregló. Además volviendo a casa se nos levantó una becada de la orilla de la pista, volviéndose a posar cerca, en un prado. El bueno de Rubén sacó solo la red, sin caña, aproximándose como una pantera hacia su gacela. Con un hábil movimiento de muñeca, a lo Rafa Nadal, puso la red encima de la becada ¡Entró! Peazo crack…¡Ten points!
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Chicho, gran persona |
21 de octubre. Una mañana más y tocaba despedirse de Tääksi y poner rumbo al norte para tomar el ferry que nos llevaría a la isla de Vormsi. Pero antes debíamos visitar los prados de la noche anterior para ver si sonaba la flauta y localizábamos el tramo de la caña que perdí. Pues fue llegar y besar el santo porque estaba en la orilla de la pista, intacta, un milagro que no la hubiese aplastado un coche. Gritos de alegría y acto seguido Rubén, nuestro Carlos Sainz particular, puso rumbo a Haapsalu, penúltima etapa antes de Vormsi.
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Cisne cantor en la bahía de Haapsalu |
En su bahía hay buenas posibilidades de pajareo, pero el día se volvía a mostrar tristón, con neblina y amenazando lluvia. Un rápido piscolabis de sándwiches de pan negro con carne de alce y a escrutar la bahía.
En el mar algunos cisnes cantores, cisnes chicos y porrones osculados y bastardos.
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Pareja de ánades rabudos |
Decidimos explorar los carrizos en busca de bigotudos, el año pasado Chicho y Rubén avistaron unos cuantos allí. En esta ocasión un machete hizo acto de presencia durante unos breves instantes, suficientes para poder “afotarlo”. Bella ave.
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Macho de Bigotudo, tan extraño como guapo |
Como la zona no daba para más nos acercamos al puerto de Rohuküla, donde embarcaríamos rumbo a Vormsi.
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Otro zorzal real, estaban por todas partes |
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Servidor a la espera |
La isla de Vormsi es la cuarta en tamaño de Estonia. Está separada 12 kilómetros del continente y durante siglos fue habitada por suecos, al parecer fueron expulsados cuando Estonia fue invadida por Rusia en la Segunda Guerra Mundial. Tiene una superficie de 9.000 hectáreas, ocupadas en su mayoría por bosques de abetos, pinos, abedules y alisos, intercaladas por amplias praderas con ganado vacuno.
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Censo de becadas sin muerte con perros de muestra en Vormsi |
Esta isla fue elegida a principios de siglo por un grupo de cazadores italianos pertenecientes al Club Della Beccaccia para crear el Santuario de la Becada de Vormsi, una suerte de refugio donde la becada no fuera cazada y sirviera de laboratorio al aire libre para el estudio de la especie.
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Grupete de corzos, cada año hay más. El frío no les aprieta y sobreviven en mayor número al invierno |
En la actualidad se realizan anillamientos científicos, censos de becada en croule, conteos con perros de muestra sin muerte o estudios de potencialidad del hábitat para la becada. Todo ello gracias a Alberto Pellegrini, genial precursor de la idea, Silvio Spano y en la actualidad, Saverio Cardoni, presidente del Comité para la gestión del Santuario y Jaanus Aua, que coordina y dirige la parte técnica.
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Orillas del Báltico |
El CCB tiene un buen activo en la isla con David Rubio, alias “perrero loco”, que todos los octubres sube allí para entrenar los perros de sus clientes durante el día y colaborar en el anillamiento de noche. A David hay que agradecerle muchas cosas, pero una de ellas es el gran favor que nos hace subiendo a Estonia en su furgoneta nuestro material de anillamiento.
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David, un gran currela y profesional de los perros |
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Casa de Elle Malle en Vormsi |
En el hotel rural de Elle Malle tenemos nuestro segundo hogar, seis años visitando este entrañable lugar han conseguido que nos sintamos como en casa. Por allí ya nos movemos como pez en el agua y conocemos esos rinconcillos secretos que dan buenas observaciones.
La península de Austurgrunne es uno de esos “hotspots” que siempre dan alegrías. Se trata de un estrecho brazo de tierra que se interna en el Báltico y que muchas migratorias que vienen del mar utilizan como posadero o para protegerse del viento durante el vuelo. Nada más llegar y entre los enebros un nutrido grupo de reyezuelos sencillos estuvieron posando ignorando nuestra presencia.
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Ataque de halcón peregrino a gaviota |
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La cara de miedo de la gaviota, uffff.... |
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Al final se marchó sana y salva, pero con un gran susto en el cuerpo |
Pero lo bueno estaba por llegar, tres enormes bandadas de barnaclas cariblancas nos entraron rozando el mar ¡Sublime! A continuación un halcón peregrino atacó a una gaviota delante de nuestros morros, momentazo a lo National Geographic.
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Reyezuelo sencillo, el pájaro más pequeño de Europa |
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Diminuto e inquieto pajarillo |
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No había manera de sacarle una foto quieto |
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Destaca su cresta amarilla |
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Ñam, ñam |
Las continuas acometidas del halcón no tuvieron efecto sobre la aterrorizada gaviota. No sé si en mi vida he visto un animal con esa cara de miedo.
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Fabulosas barnaclas cariblancas, su estampa en migración sobrecoge |
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¡Qué bonitas! Se me pone la piel de gallina recordar esta escena |
Poco después una becada se nos levantaba de los pies, oculta en los únicos matojos que había en esa playa de guijarros. Seguramente al amanecer se posó allí, agotada tras una noche de migración sobre el mar.
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Becada que se nos levantó del único grupo de hierbajos que había en la playa |
El listado de aves se completa con dos chorlitos dorados y numerosos bandos de serretas medianas, porrones osculados, porrones bastardos y un solitario pigargo europeo. En los matorrales, muchísimos zorzales alirrojos se alimentaban de bayas.
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Felicidad absoluta |
Vuelta al hotel y ducha rápida. Cena compartiendo mesa y mantel con nuestros anfitriones italianos y degustando el pescado del Báltico que el marido de Elle Malle captura, más fresco imposible. Risas, todo el mundo está contento, este año hay becadas en Estonia como hacía tiempo que no se veía.
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Paso de serretas medianas |
El tiempo es muy templado, hay lombrices en la tierra y no tienen prisa por marcharse. Tras los postres Jaanus se encarga de asignarnos las praderas donde vamos a anillar.
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Porrones bastardos |
Me toca Fällarna, lugar donde hace años tuve una noche inolvidable. Es la última noche y hay que darlo todo. El prado está perfecto, hierba cortita, no estilo campo de golf, pero sí con la altura justa para ver las becadas con facilidad pero que no recelen. Un rebaño de doce corzos pasta ajenos a mi presencia. Empiezo a escrutar el prado relajado, es una noche para disfrutar, me digo. Las becadas van cayendo una tras otra hasta un total de cinco, todas adultas. La sexta come debajo de una línea de electricidad, pero la seguridad es lo primero y la dejo. Los faros de un coche me despiertan del sueño. Sin darme cuenta he agotado la primera batería y voy camino de acabar la segunda. Ya vienen a recogerme. Se acabó lo que se daba….
En total han sido 36 becadas anilladas por el equipo, un control y un autocontrol. Mayoría clara de adultas y pesos elevados. Satisfechos con el trabajo y los resultados. Muy agradecidos a Jaanus, nuestro amigo estonio, siempre atento y educado. Ahora vuelta a casa y reunirnos por fin con las familias y agradecer a la “sufridora” que me dejé hacer esta escapadilla anual ¡Cuánto tienen que aguantarnos!
Näeme hiljem, Estonia! Si todo va bien espero que nos veamos el año que viene.
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¡Hasta la próxima Vormsi! |